El jefe supremo del Imperio bizantino era el emperador (basileus), que dirigía el Ejército, la Administración y tenía el poder religioso. Cada emperador tenía la potestad de elegir a su sucesor, al que asociaba a las tareas de gobierno confiriéndole el título de césar. En algún momento de la historia de Bizancio (concretamente, durante el reinado de Romano I Lecapeno) llegó a haber hasta 5 césares simultáneos.
El sucesor no era necesariamente hijo del emperador. En muchos casos, la sucesión fue de tío a sobrino (Justiniano, por ejemplo, sucedió a su tío Justino I y fue sucedido por su sobrino Justino II). Otros personajes llegaron a la dignidad imperial a través del matrimonio, como Nicéforo II o Romano IV.
Si bien el emperador elegía a su sucesor, fueron muchos los que llegaron al poder al ser proclamados emperadores por el Ejército (como Heraclio I o Alejo I Comneno), o gracias a las intrigas cortesanas, a veces aderezadas con numerosos crímenes. Para evitar que los emperadores depuestos y sus familiares reivindicaran el trono eran con frecuencia cegados y, en ocasiones, castrados, y confinados en monasterios. Un caso peculiar es el de Justiniano II, llamado Rhinotmetos ('Nariz cortada'), a quien el usurpador Leoncio cortó la nariz y envió al destierro, aunque recuperaría posteriormente su trono. Estos crímenes atroces fueron sumamente frecuentes en la historia del Imperio bizantino, especialmente en las épocas de inestabilidad política.
El escudo del Imperio bizantino, cuando gobernaban los Paleólogos, hace referencia al papel político y religioso del emperador; el águila bicéfala porta en una pata un orbe o una cruz (la Iglesia); y en la otra, una espada (Estado).
La figura del emperador estaba especialmente relacionada con la Iglesia, que se convirtió en un factor estabilizador, y especialmente con el patriarca de Constantinopla. La monarquía bizantina tenía un carácter cesaropapista —uno de los títulos del emperador era Isapóstolos ('Igual a los Apóstoles'), y ciertas prerrogativas de su cargo remiten al Rex sacerdos ('Rey sacerdote') de la monarquía israelita—. El emperador y el patriarca tenían una relación de mutua interdependencia: si bien el emperador designaba al Patriarca, era éste el que sancionaba su acceso al poder mediante la ceremonia de coronación. Entre uno y otro hubo en la historia de Bizancio muchos momentos de tensión, pues los intereses del Estado diferían a veces de los de la Iglesia. En la última etapa del Imperio, por ejemplo, cuando los emperadores, para obtener la ayuda de Occidente frente a los turcos, intentaron restaurar la unidad religiosa de su Iglesia con la de Roma, se encontraron con la tenaz resistencia de los patriarcas.
Una de las principales bazas del emperador era su control sobre una eficaz administración, que se regía por el Corpus Iuris Civilis, recopilado en época de Justiniano. La organización territorial se basaba, desde el siglo VII, en los themata ('temas'), provincias al mando de un strategos o general.
El ejército bizantino
El Ejército bizantino fue durante siglos el más poderoso de Europa. Continuación del Ejército romano, en los siglos III y IV fue sustancialmente reformado, desarrollando sobre todo la caballería pesada (catafracta), de origen persa.
La armada bizantina tuvo un papel preponderante en la hegemonía del Imperio, gracias a sus ágiles embarcaciones, llamadas dromones (dromos) y al uso de armas secretas como el «fuego griego». La superioridad naval de Bizancio le proporcionó el dominio del Mediterráneo oriental hasta el siglo XI, cuando empezó a ser sustituida por el incipiente poder de algunas ciudades-estado italianas, especialmente Venecia.
En un primer momento existían dos tipos de tropas: los limitanei (guarniciones de frontera) y los comitatenses. A partir del siglo VII el Imperio fue organizado en themata, circunscripciones tanto administrativas como militares dirigidas por un strategos, cuya existencia mejoró sustancialmente la capacidad defensiva de Bizancio frente a sus numerosos enemigos exteriores.
En la defensa de Bizancio jugó un importante papel la hábil diplomacia de sus emperadores. Los pagos de tributos mantuvieron mucho tiempo alejados a los enemigos del Imperio, y su servicio de espionaje logró salvar situaciones que parecían desesperadas.
Una de las debilidades del Ejército bizantino, que fue acentuándose con el tiempo, fue la necesidad de recurrir a tropas mercenarias, de fidelidad dudosa. Entre los cuerpos mercenarios más conocidos está la famosa guardia varega. La crisis más terrible que los mercenarios causaron en el Imperio fue seguramente la revuelta de los almogávares, en el siglo XIV.
El arte de la estrategia alcanzó un gran auge en época bizantina, e incluso varios emperadores, como es el caso de Mauricio escribieron tratados sobre el arte militar. Estas doctrinas ensalzaban el sigilo, la sorpresa y el liderazgo de los comandantes.
Fin de la Séptima Parte (7 de 10)
Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
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