lunes, 25 de noviembre de 2019

(10) Agricultura y Ganadería

A lo largo de la Edad Media europea surgen importantes innovaciones tecnológicas que aportarán algunos elementos positivos al trabajo de los campesinos. Las principales innovaciones en la agricultura medieval se debieron al mayor dinamismo del modo de producción feudal, que suponía para los siervos un mayor incentivo en la mejora de la producción que para los esclavos. Las Partidas de Alfonso X de Castilla definen a los campesinos dentro de la sociedad estamental como los que labran la tierra e fazen en ella aquellas cosas por las que los hombres han de vivir y de mantenerse. Este campesinado activo fue la fuerza fundamental del trabajo en la sociedad medieval.

El cambio del buey por el caballo como animal de tiro fue el resultado de dos avances tecnológicos —el uso de la herradura y el desarrollo de la collera— que permitían al caballo tirar de mayores cargas más fácilmente. Esto aumentó la eficiencia del transporte por tierra, tanto para el comercio como para las campañas militares, y sumado a la mejora general de la red de carreteras aumentó las oportunidades comerciales para las comunidades rurales mejor comunicadas. 
En algunas zonas con tierras especialmente fértiles, se introdujo la rotación de cultivos de tres hojas (rotación trienal, asociando un cereal de primavera o una leguminosa a un cereal de invierno), lo que reducía al 33 en vez de al 50% la necesidad de barbecho frente al sistema de año y vez, aumentando la producción y haciéndola más diversificada. La posibilidad de abonado, estaba restringida a la disponibilidad de ganadería asociada, que, en las zonas y periodos en que se incrementó, tuvo un importante impacto en la vida campesina, aunque no siempre positivo para los agricultores, cuyos intereses estaban en contradicción con los de los ganaderos, habitualmente de condición privilegiada (el Concejo de la Mesta y asociaciones ganaderas similares en los reinos cristianos peninsulares). El ejemplo de los monasterios, especialmente de la orden benedictina expandidos por toda Europa occidental (Cluny y Císter), extendió prácticas agrícolas, de gestión de las propiedades y de industria alimentaria. En zonas de Europa meridional (la Sicilia y la España musulmanas), los árabes introdujeron mejoras agrícolas, especialmente en sistemas de regadío (norias de Murcia, acequias de Valencia), el aprovechamiento de las laderas (bancales de las Alpujarras), zonas inundables (arroz) y el cultivo intensivo de huertas, con la generalización de los frutales mediterráneos (naranjos, almendros) y todo tipo de verduras, que caracterizarán el estereotipo de la alimentación de los campesinos sometidos de estas zonas, de origen musulmán, frente a los conquistadores cristianos (villano harto de ajos llamaba Don Quijote a Sancho).La introducción del uso de arados pesados (con ruedas y vertedera) permitió un cultivo más profundo de los suelos del norte de Europa (se incorporó a lo largo del siglo XI en las regiones al norte de los Alpes, mientras que los suelos frágiles de la zona mediterránea seguían vinculados al arado romano). Los molinos hidráulicos (posteriormente los de viento introducidos desde Persia) incrementaron de forma importante la productividad del trabajo, al igual que la mejora paulatina de los aperos agrícolas, como nuevos tipos de trillos, hoces y guadañas.
Estos cambios causaron un crecimiento, tanto en la variedad como en la cantidad de las cosechas, que tuvo efectos importantes en la dieta de la población. El campo fue el gran protagonista en la Plena Edad Media europea. Los recursos que aportaba la agricultura y la ganadería eran la base de la economía y la tierra era el centro de las relaciones sociales, siendo la distribución de sus excedentes la que permitió la revolución urbana que se vivió entre los siglos XI y XIII, cumbre del periodo denominado óptimo medieval, beneficiado por un clima especialmente benigno. La tasa de crecimiento promedio interanual de la población europea durante el período 1000-1300 fue de 0,2%. Entre las causas de la reducción de la tasa de mortalidad que permitió ese crecimiento, leve pero sostenido, se ha sugerido la mejora en la alimentación producto de la incorporación del octavo aminoácido, gracias al consumo de la lenteja.

La expansión agrícola de las tierras cultivables se hizo a costa de la reducción de la superficie del bosque y de la incorporación de tierras marginales y aunque contribuyó al crecimiento de la producción de alimentos, inevitablemente conducía a las consecuencias negativas de la ley de los rendimientos decrecientes, lo que estuvo entre las causas lejanas o precondiciones de la crisis del siglo XIV. A pesar de los progresos, la agricultura medieval manifestó siempre signos de precariedad debido a la imposibilidad de realizar la inversión productiva de los excedentes (extraídos en forma de renta feudal por la nobleza y el clero) y su estrecha dependencia de las condiciones naturales.

(texto extraído de agricultura03.blogspot.com)
La economía del imperio romano se basaba principalmente en el mundo agrario, manteniendo un cierto comercio e intercambio de productos agrarios entre los distintos territorios.

Tras su caída como consecuencia de la llegada y el asentamiento de los pueblos bárbaros, durante los primeros siglos de la Edad Media este modelo se hizo mucho más cerrado, apareciendo una agricultura básicamente destinada a la población local, y con un sistema de cultivos muy homogéneo en toda Europa: huertas de frutas y hortalizas en las proximidades de las poblaciones, un poco más allá leguminosas y cultivos de regadío y, finalmente, tierras de secano destinadas a cereales.

Junto con esto, las tierras no roturadas proporcionaban pastos para el ganado y bosques donde se obtenía caza, recolección de frutos y leña.

Con la expansión demográfica medieval y la llegada de nuevos pueblos, este esquema se fue modificando paulatinamente. El crecimiento de las poblaciones hizo necesaria la roturación de nuevas tierras, y la aparición del sistema feudal llevó a los propietarios y buscar la consecución de mayores ingresos provenientes de la tierra. Ambos hechos impulsaron la aparición de nuevas técnicas que provocaron una verdadera revolución en el mundo rural y en la agricultura medieval, conocidos hasta entonces.
LOS PRODUCTOS AGRARIOS
Agricultura medieval: siega de cereales

Aunque el modelo era similar en toda Europa, podemos distinguir tres paisajes claramente diferenciados en el continente:

En el norte la producción era fundamentalmente nómada y ganadera
En el centro predominaba el regadío
Vendimia. Capitel de la iglesia de Ujué, Navarra. En el sur, más seco, el cultivo de cereales, leguminosas o algodón se combinaba a la perfección con la producción de vino y aceite mediterráneos, así como las frutas y hortalizas, gracias al regadío mediante sistemas de canales y el uso de la noria introducidos por los árabes.

La ganadería suministraba también numerosos productos al consumo humano, tanto para la alimentación (carne, leche) como para el vestido (lana o cuero) o la elaboración de manuscritos (pieles). Además, determinados animales servían también como fuerza de trabajo en la agricultura, como el buey o el caballo. Para mantener estas cabañas, había que hacer uso de pastos y zonas baldías.

La importancia de la producción y los trabajos en la agricultura era hasta tal extremo fundamental, que marcaba la vida y la existencia de toda una comunidad, ya fuese militar, religiosa o aldeana.
Los calendarios se podían establecer a partir de los trabajos agrícolas, identificándose cada mes con su tarea correspondiente, y son numerosos los ejemplos conservados hoy día que recogen esas actividades en pinturas murales, relieves escultóricos de iglesias y miniaturas de los manuscritos. Es gracias a muchos de estos casos que conocemos cómo era la vida cotidiana entre las comunidades agrarias de la Europa medieval.

LAS INNOVACIONES TÉCNICAS DEL l SIGLO XI EN LA AGRICULTURA

La puesta en cultivo de nuevas tierras hizo que los pueblos estuviesen más predispuestos a la introducción de innovaciones tecnológicas. Así, mientras en el sur se seguía cultivando con el arado romano, en el norte se introdujo durante el siglo XI el arado de ruedas y la vertedera; esto, combinado con el yugo frontal, la collera y la aparición de la herradura, posibilitó la sustitución del buey por el caballo para tirar de una carga, con lo que el transporte terrestre se vio claramente beneficiado, a la vez que la mayor velocidad de este último permitía la multiplicación de los trabajos agrícolas.

El arado de ruedas permitía remover la tierra con mucha mayor facilidad, de manera que el campesino se evitaba tener que utilizar la azada para complementar el uso del arado romano, mucho más superficial.

Aparecieron nuevas herramientas para el campo y las que había eran de mejor calidad, gracias a la utilización del hierro en su fabricación, como es el caso de hoces, guadañas, azadas o rastrillos.
Se introdujeron y generalizaron también los molinos de agua y de viento, facilitando en gran medida la actividad agrícola y su aplicación a determinadas producciones artesanales (batanes y molinos de curtir). Pese a que era conocido desde la Antigüedad, durante el siglo XI se multiplicó su uso, sobre todo gracias al hecho de que era controlado por el señor feudal y permitía a éste la obtención de una importante fuente de ingresos mediante la imposición de su utilización a sus siervos.

En cuanto a las técnicas utilizadas, fue fundamental la introducción de la rotación trienal, mediante la cual se dividían las tierras en tres partes que se iban destinando alternativamente a cultivos de invierno, de primavera y al barbecho; con ello, mejoró la producción y se consiguió una mayor diversificación de la misma.

ASPECTOS SOCIALES Y ECONÓMICOS DE LA AGRICULTURA MEDIEVAL

Durante toda la Edad Media, la base de la sociedad estuvo constituida, casi exclusivamente, por la tierra. El sistema feudal marcó un hito en la evolución de la agricultura en el Imperio y los primeros siglos medievales hacia nuevas formas, y la tierra se convirtió en el pilar que sustentaba la división de la sociedad en señores, vasallos y siervos, ya fuesen religiosos o seglares.

Las innovaciones y la ampliación de las tierras de cultivo llevaron consigo otro efecto importante en el panorama agrario medieval, como fue la diferenciación del propio campesinado en dos grupos, los labradores y los braceros. Los primeros eran propietarios de un cierto número de tierras o lotes más o menos considerables que explotaban mediante la utilización de instrumentos de cultivo pesados, mientras que los braceros eran propietarios únicamente de pequeñas herramientas y cultivaban propiedades mucho más reducidas.
Todo ello conllevó la necesidad por parte de los principales señores de conocer la situación real de sus propiedades. Guillermo de Normandía, tras la conquista de Inglaterra en 1066, llevó a cabo un censo de todas las propiedades existentes en el reino, aunque con fines recaudatorios. Gracias a esta primera obra (el Domesday Book) y otros registros similares posteriores, así como a las actas y contratos sobre enfeudamientos y cesiones de derechos que se han conservado hemos podido conocer con detalle la estructura de la sociedad rural durante la Edad Media.
(Autor del texto del artículo y colaborador de Arteguías: Javier Bravo)


Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
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