El día del evento había una gran expectación en el lugar elegido. Se preparaban todos para acudir al sitio señalado deplegando según sus clases y posición gran lujo en vestimentas, trajes, caballos, paramentos, arneses, adornos, armas, etc. Dada la señal de comienzo al son de instrumentos marciales que alegraban los ánimos de los allí concertados (fanfarrias) se presentaban los caballeros en la liza con numeroso séquito. Eran muy divertidos y la gente se entretenía viéndolo.
En cuanto al declive de los Torneos, según Cesare Cantù, a partir de Enrique II de Francia, cuando éste, a la vista de su esposa y sus súbditos, cayó herido en la frente por una astilla que saltó de una lanza y murió de la herida, se fue perdiendo el uso de estos juegos militares, que ya eran menos frecuentes también por lo siguiente:
DECADENCIA DE LA CABALLERÍA
Resultado del feudalismo, la caballería desapareció con aquel sistema, ya que al aumentar el poder de los reyes y del estado llano, la propiedad y la vida estuvieron menos amenazados y la caballería perdió su influencia y su prestigio y cedió sus funciones a una autoridad constituida.
INTRODUCCIÓN DE LAS NUEVAS ARMAS
La invención y uso de la pólvora cambió la manera de guerrear y varió por completo la forma de los combates y las cualidades exigidas de los soldados:
Antes combatían cuerpo a cuerpo y eran la fuerza, la destreza y el valor los elementos primordiales del éxito en la contienda
Posteriormente, las armas de fuego alejaron a los combatientes y dieron la ventaja a la serenidad, a la disciplina y a la táctica.
La caballería perdió su superioridad en el campo de batalla:
Su armadura de hierro, su duro aprendizaje, su ciego ímpetu llegaron a ser inútiles y aun peligrosos, y los reyes por su parte organizaron ejércitos mucho más dóciles y mejor organizados que una nobleza belicosa, con frecuencia ausente de sus banderas, ya que algunos de ellos pensaban menos en servir al Estado y más en ilustrarse con hazañas particulares, tenían más coraje que prudencia y con asiduidad peleaban en el palenque, como el Combate de los Treinta.
A pesar de lo dicho, en el momento de mayor auge de la caballería, los caballeros trabajaron con provecho por la tranquilidad pública, refrenaron la tiranía de los reyes y fomentaron la galantería en las costumbres.
ETIMOLOGÍA
Gilles Ménage, Jacob Le Duchat y Casaneve derivan el nombre Torneo del latín bárbaro tornare, torneamentum, porque estas corridas se hacían volviendo y revolviendo, torneando y retorneando, unos contra otros.
En el citado sentido se halla la palabra "torneamentum" en las obras de San Bernardo.
Según Voltaire, en su obra Ensayo sobre las costumbres de las naciones, lo siguiente:
Según algunos suponen que los torneos tomaron el nombre de la ciudad de Tours, Francia.
Es más que probable que el nombre de Torneo procediera de la espada llamada en el bajo latín ensis torneaticus, especie de sable sin punta, por no estar permitido en estos juegos herir con otra punta que con la de la lanza, y las armas de que comúnmente se hacían uso eran bastones o cañas, lanzas sin hierro o con la punta roma, espadas corteses o graciosas.
De la palabra francesa tourner (llegando a ser entre los franceses muy frecuentes estos juegos, llamáronse los torneos, según Mateo de Paris, citado por Charles du Fresne, señor Du Cange, en la obra Constictus gallici, combates franceses).
ORIGEN
Unos atribuyen su invención a Godefroy II, Señor de Preville, que murió en el año 1060 (como las Crónicas de Tours)
Otros que tan solo redactó las leyes que en ellas observó.
Tal vez, para otros, no hizo más que introducir en ellos ciertas evoluciones o perfeccionar las antiguas:
Enodio de Pavía habla en el siglo VI de los torneos elogiando a Teodorico.
En el 920, Enrique I el Pajarero tomó parte en uno celebrado con motivo de su coronación.
Nitardo refiere que los caballeros de las comitivas de Luis el Germánico y Carlos el Calvo combatieron a caballo en Estrasburgo, después de la batalla de Fontanet, para manifestar su adhesión a dichos reyes.
Sin duda, por la razones dichas, regularizar los torneos, dictar ciertas reglas y establecer o perfeccionar algunas suertes y evoluciones, se le consideró como el autor de estos juegos militares al citado anteriormente Godefroy II, y se generalizaron el uso de ellos por todas las naciones de Europa:
En Grecia hubo una especie de torneo cuando Ana de Saboya se casó en Constantinopla con el emperador Andrónico III Paleólogo.
En las Memorias italianas vemos a Hugo, vizconde de Pisa, alabado en 1115 por Lorenzo Vernese, que seguía el uso de proponer premios para las carreras, las justas y pasos de armas.
En 1148 los cremoneses desafiaron en el torneo a los habitantes de Plasencia.
Se hicieron frecuentes cuando Carlos de Anjou los bajó a Italia, llevando su pasión desde la Provenza.
Dante había visto muchas veces ir en gualdanas (jóvenes de las principales familias del país, que se reunían a caballo, con trajes, armas y uniformes para recorrer la ciudad fingiendo batallas o salían al encuentro de los príncipes ejecutando pasos de armas), combatir en los torneos y correr justas.
En España, con motivo del nacimiento de Isabel I de Castilla se dieron torneos.
CORTESÍA Y GALANTERÍA
Una gran mayoría de caballeros seguían lo siguiente:
. Nunca se excedían en aclamar a los otros, ni en hablar poco de sí mismos.
. Ser tan compasivos después de la victoria, como inflexibles antes de obtenerla en los torneos.
Las hazañas de los diferentes combatientes en los torneos, sus proezas, eran asunto de las conversaciones, materia de las canciones y otros poemas.
Otros poemas y relaciones históricas extendían en ellas sus nombres y la gloria de los que habían conseguido el premio en los torneos, actuando como noble emulación para otros.
Como la caballería se había dedicado siempre a representar en los torneos una fiel imagen de los trabajos y de los peligros de la guerra, conservó en esta la misma cortesía y galantería que reinaba en aquellos y el deseo de agradar a su dama le llevaba al extremo de la intrepidez
No había paraje o comarca donde la caballería no trabajase utilmente por el bien público o para particulares y nada había pequeño ni despreciable a los ojos de un caballero cuando se trataba de hacer el bien, y además de las frecuentes ocasiones de ejercitarse en los torneos y en la guerra, los caballeros hallaban en sus viajes, la casualidad les ofrecía otras, en los lugares apartados por donde pasaban, delitos que castigar, violencias que reprimir y medios de hacerse útiles practicando estos sentimientos de justicia y generosidad.
No se hablaba del amor sin definir la esencia y se estableció en algunas partes una jurisdicción para conocer de esas materias (Cortes de amor - Príncipe de amor o de la tribuna (para las disputas que hubieran).
Esos amantes de la edad de oro de la galantería, hallaban en sus damas el único origen de la felicidad de su vida y de no aspirar a más que a mantener, exaltar y extender por todas partes la gloria de ellas y eran también pródigos en alabanzas exageradas.
LAS REGLAS DEL TORNEO
Las leyes del torneo eran las siguientes:
No herir de punta al contrario con su mano.
No pelear fuera de filas.
No pelear varios caballeros contra uno solo.
No herir al caballo del rival.
Descargar sólo los golpes al rostro y pecho del rival.
Las damas elegían un juez de paz para recordar la clemencia cuando por alguna falta de cortesía o violación de las leyes de caballería un combatiente se veía rodeado de varios contrarios.
Se seguían con gran expectación los movimientos de los caballeros con gran ánimo y júbilo por parte del público asistente al evento. El público aplaudía las suertes y lances en que más se distinguían la pericia y valor de los combatientes.
El vencido y las armas quedaban a disposición del vencedor. Los vencedores eran saludados con frenéticas aclamaciones y con prolongados aplausos al compás de marchas marciales. Los triunfadores eran conducidos a recibir de mano de los jueces o de las damas el justo premio de su victoria. Los premios ofrecidos se ponían a los pies de las señoras de sus pensamientos.
Para terminar se realizaba un banquete en la que los caballeros participantes en el evento eran colmados de atenciones.
LOS DISTINTOS JUEGOS DEL TORNEO
En los Torneos tenían lugar varios juegos de distintos nombres como el carrusel, la quintena, la sortija además se arrojaban el dardo, rompían las lanzas, etc.
El carrusel consistía en una fiesta militar con carros adornados y decoraciones en que se representaban hechos de los antiguos héroes y paladines.
Uno de los más famosos fue un celebrado en el año 1750 en Berlín por el rey de Rusia.
El más magnífico y singular fue uno dado por Catalina II, en el cual las damas corrieron con los caballeros y ganaron el premio.
La sortija consistía un ejercicio en que los caballos iban a galope y los jinetes debían atravesar con la lanza un anillo colgado.
La quintena era un juego en que descargaban sus golpes a un maniquí móvil (estafermo), dispuesto de un eje de tal modo que herido en la frente se volvía y asestaba un fuerte garrotazo sobre el torpe asaltador.
Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
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