CREENCIAS HERMÉTICAS ATRIBUIDAS A LOS TEMPLARIOS
Durante el proceso contra la Orden, se realizaron numerosas acusaciones, de las cuales la que incluye el culto a Baphomet es una de las que ha adquirido más popularidad, siendo recuperada por el ocultismo a partir del siglo XIX. También se incluían rituales de renegación de la cruz o de Cristo.
En la lista de cargos reunidos contra los templarios aparecen más de cien acusaciones. Las referentes a la idolatría son: adoración de un gato que se les aparecía en las asambleas, que en cada provincia había ídolos, a saber, cabezas, alguna con tres caras, otras con una, y otras era una calavera humana; que adoraban a esos ídolos, o a ese ídolo, y especialmente durante los grandes capítulos y asambleas, que las veneraban, que las veneraban como a Dios, que decían que esa cabeza podía salvarlos o hacerlos ricos, que les dio la riqueza de la Orden, que hizo que los árboles florecieran o que la tierra germinase, que tocaban o rodeaban cada cabeza de los citados ídolos con pequeños cordones que luego se ceñían alrededor del cuerpo, cerca de la camisa o de la carne, y que actuaban así como veneración a un ídolo.
"PROCESSUS" CONTRA TEMPLARIOS
El jueves 25 de octubre de 2007, los responsables del Archivo Vaticano publicaron el documento Processus contra Templarios, que recopila el Pergamino de Chinon, o las actas de exculpación de la Santa Sede a la Orden del Temple, precisamente el año en que se conmemoraba el 700º aniversario del inicio de la persecución contra la Orden.
El acto tuvo lugar en la Sala Vecchia del Sínodo, en la Ciudad del Vaticano, con la asistencia de Raffaele Farina, archivista bibliotecario de la Santa Romana Chiesa; Sergio Pagano, prefecto del Archivo Secreto Vaticano; Bárbara Frale, descubridora del pergamino y oficial del archivo; Marco Maiorino, oficial del archivo; Franco Cardini, medievalista, y Valerio Massimo Manfredi, arqueólogo y escritor.
Los documentos que sirvieron al Tribunal papal para decidir la suerte de los templarios se encuentran en el Archivo Secreto del Vaticano, y se habían extraviado desde el siglo XVI, después de que un archivero los guardase en un lugar erróneo. En 2001, la investigadora italiana Bárbara Frale los encontró y su estudio demostró que el papa Clemente V al principio no quiso condenar a los templarios, aunque finalmente, cediendo a las presiones del rey de Francia, Felipe IV, terminaría haciéndolo.
El Pergamino de Chinon, uno de los documentos del volumen Processus contra Templarios presentado por la Santa Sede, corrige la leyenda negra sobre la Orden y muestra que todas las acusaciones fueron injurias de Felipe IV en beneficio propio. A pesar de ello, y habida cuenta de que el Pergamino de Chinon es anterior a la fecha de las bulas papales de disolución de los templarios, quedó como una expresión de la conciencia personal del papa. En cambio, la postura oficial de la Iglesia es la de la disolución de la Orden. En efecto, el documento de Chinon data de agosto de 1308. Ese mismo mes, el papa promulga la bula Facians Misericordiam, por la que se devolvió a los inquisidores su jurisdicción. En la segunda sesión del Concilio de Vienne, el 3 de abril de 1312, se aprueba la Bula Vox in Excelso, emitida por el propio papa Clemente V el 22 de marzo de 1312, confirmada por la Bula Ad Providam de 2 de mayo de 1312. En ambas se declara la disolución definitiva de la Orden.
Processus contra Templarios establece que:
El papa Clemente V no estuvo convencido de la culpabilidad de la Orden del Temple.
La Orden del Temple, su gran maestre Jacques de Molay y el resto de los templarios arrestados, muchos posteriormente ajusticiados o quemados vivos, fueron luego absueltos por el pontífice.
La Orden nunca fue condenada, sino disuelta, fijando la pena de excomunión a quien quisiera reeditarla.
El papa Clemente V no creyó en las acusaciones de herejía. Por ello, permitió recibir los Sacramentos a los templarios ajusticiados. Sin embargo, fueron ajusticiados en la forma que la jurisdicción canónica establecía para los herejes relapsos (aquellos que, después de confesar, se echan atrás en sus confesiones).
Clemente V negó las acusaciones de traición, herejía y sodomía con las que el rey de Francia acusó a los templarios. No obstante, convocó el Concilio de Vienne para confirmar dichas acusaciones.
El proceso y martirio de templarios fue un “sacrificio” para evitar un cisma en la Iglesia católica, que no compartía gran parte de las acusaciones del rey de Francia, y muy especialmente de la Iglesia francesa.
Las acusaciones fueron falsas y las confesiones conseguidas bajo torturas.
A la vista de los documentos históricos cabe concluir que, aunque el papa Clemente V intentara en su fuero interno evitar la condena a los templarios, su debilidad frente a Felipe IV de Francia hizo que continuara con el proceso de disolución de la Orden, que acaba en 1312. Recojamos en este punto lo que la bula Ad Providam, que no ha sido al día de hoy derogada, dice al respecto:
"... Hace poco, Nos, hemos suprimido definitivamente y perpetuamente la Orden de la Caballería del Templo de Jerusalén a causa de los abominables, incluso impronunciables, hechos de su Maestre, hermanos y otras personas de la Orden en todas partes del mundo... Con la aprobación del sacro concilio, Nos, abolimos la constitución de la Orden, su hábito y nombre, no sin amargura en el corazón. Nos, hicimos esto no mediante sentencia definitiva, pues esto sería ilegal en conformidad con las inquisiciones y procesos seguidos, sino mediante orden o provisión apostólica."
(Fragmento de la bula Ad Providam)
No hay comentarios:
Publicar un comentario