La división en tres órdenes se subdividía a su vez en estamentos compactos y perfectamente delimitados.
En una primera división, se encuentra el grupo de los privilegiados, todos ellos señores, eclesiásticos o caballeros. En la cúspide se hallaba el Rey, después el Alto Clero integrado por arzobispos, obispos y abades y el Bajo Clero formado por los curas y sacerdotes, y por último la nobleza. Es este grupo de privilegiados el que forma los señores y los caballeros, y éstos últimos a su vez podían ser señores de otros caballeros, dependiendo de su poder y de la capacidad de subinfeudar sus tierras. El Alto Clero, además de las tareas que dentro de los tres órdenes le habían sido encomendadas, la guía espiritual y sostener la doctrina moral que mantenía el feudalismo, podían ser a su vez señores y entregar parte de sus bienes para la defensa de su comunidad. Los privilegiados no pagaban impuestos.
Los no privilegiados eran la burguesía, los artesanos, los sirvientes y los campesinos, que se subdividían a su vez en colonos y aldeanos. A éstos correspondía el sometimiento a la tierra y, por lo tanto, a quien de ella dependiera, trabajándola y entregando una parte de sus frutos al señor, o bien, en el caso de artesanos y burgueses, debían obediencia a quien les garantizaba la defensa de la ciudad y la entrega de bienes o dinero.
EL CLERO
El Alto Clero estuvo siempre dominado por el episcopado, cuyos poderes terrenales eran equiparables a los de cualquier señor laico. En un primer momento, los monjes, todos pertenecientes al Bajo Clero, quedaban dentro del ámbito de poder de los obispos; más tarde, serían los abades quienes terminarían por delimitar su autoridad sobre los miembros de las órdenes monásticas, quedando los sacerdotes en el ámbito de la diócesis episcopal.
En las abadías, se fueron perfilando modelos distintos: por un lado, aquéllas que no eran poseedoras de grandes propiedades y que dependían para su supervivencia de las limosnas de los fieles, y de algunos predios entregados por los señores del lugar para garantizar el sustento de la comunidad religiosa. La necesidad de dinero favorece que sea en este instante en el que la figura de la limosna es ensalzada como deber fundamental para el creyente y camino para la salvación del alma.
Otros monasterios poseían extensas propiedades y el abad actuaba como un señor feudal, en algunos casos incluso nombrando caballeros que le protejan o favoreciendo la creación de órdenes religioso-militares de gran poder. Sea como fuere, en éstos el dinero proviene de las rentas que son entregadas por los siervos, generalmente en especie, así como de las aportaciones, muchas de ellas generosas, y a veces interesadas, de otros señores. La necesidad de mantener una buena relación con el abad de un monasterio poderoso favorecerá que otros señores entreguen ofrendas de alto valor y ayuden a la construcción y embellecimiento de iglesias y catedrales que simbolizaban el poder.
El diferente destino de los eclesiásticos venía determinado por su ascendencia social. Se trata del estamento social más abierto, pues cualquier persona libre puede incorporarse al mismo pagando una cantidad de dinero dote. Éste será el elemento que determine dentro del estamento la posición que, efectivamente, va a ocupar cada uno. Los hijos de los señores que se integran dentro de la iglesia aportarán cuantiosas sumas que garantizan, no sólo su supervivencia de por vida, sino un incremento patrimonial notable para el cabildo catedralicio o monasterio en el que se integran, y un rango alto de los donantes dentro del sistema. Son éstos los que ocuparán más tarde los cargos obispales. Por otro lado, los clérigos serán los hijos de los campesinos y, en general, de los no privilegiados, y cuyas funciones, además de las religiosas, estarán limitadas al ora et labora. Esta práctica degeneró en la práctica de compraventa de cargos eclesiásticos llamada simonía.
EL EJÉRCITO
La rrmadura y armas de los caballeros, generalmente eran aportadas por el señor en la Investidura.
La obligación primordial del vasallo y secundaria del siervo era cumplir con los deberes militares, para la defensa del señor y sus bienes, pero también la defensa del propio feudo. Una obligación pareja era aportar una parte mínima de los tributos recaudados al señor para engrandecer sus propiedades. El caballero no tenía en realidad un dueño, ni estaba sometido a poder político alguno, de ahí que se encontrasen caballeros que luchaban en las filas de un rey un día, y al siguiente en las de otro. Su deber real era para con el señor a quien le unía un espíritu de camaradería.
En el siglo IX aún se usaba el término milites para hacer referencia a los caballeros, aunque pronto los idiomas locales fueron gestando términos propios que se agrupaban en "jinetes" o "caballeros". Su importancia fue en aumento al prescindirse cada vez más de la infantería. El caballero debía proveerse de caballo, armadura y armas, y disponer de tiempo de ocio para cumplir su misión.
Aunque abierto al principio, el estamento de los caballeros tendió a cerrarse, convirtiéndose en hereditario. Con el tiempo, los caballeros eran ordenados al terminar la adolescencia por un compañero de armas en una ceremonia sencilla. En este momento ya no importa la fortuna, sino la ascendencia, creándose diferencias notables entre los mismos. Los más pobres disponen de un pequeño terreno, y ocupan su tiempo entre las labores propias del campesino y la guerra. Los más poderosos, que disponen de tierras y fortuna, comenzarán a formar la auténtica nobleza, concentrando poder económico y militar.
La caballería en los reinos de Hispania
En los reinos peninsulares, los reyes, siempre necesitados de tropa para enfrentarse a los moros, promueven la caballería entre sus súbditos de modo muy sencillo: Se denominaba caballero aquél capaz de mantener un caballo, cosa para la que se requería una mínima fortuna, pues el caballo no sirve para las tareas del campo. Al cabo de tres o cuatro generaciones, manteniendo un caballo, se adquiría la calidad de hidalgo (hijo de alguien). Ésta es la razón por la que Alonso Quijano, don Quijote, tuviera un caballo flaco: para seguir llamándose hidalgo y el hecho de que quisiera ser armado "caballero", una burla más de Cervantes que entendían quienes, en la época, sabían que hidalgo era más que caballero.
Tener un caballo suponía poder participar en las guerras del rey y, comportándose valientemente, optar a la posibilidad de que el rey le concediera mercedes.
Esta organización, mucho más permeable socialmente, tuvo dos consecuencias: fortalecer el poder real frente a los nobles, puesto que el rey tenía ejércitos sin necesitar su ayuda, y haciendo más fuerte el poder real, hacer más poderoso el país, como así ocurrió. Véanse las guerras civiles entre Pedro I de Castilla y su hermanastro Enrique, cómo el primero se apoya en las ciudades y el segundo en los nobles, pero cambia de bando hacia las ciudades cuando derrota y mata a Pedro.
CAMPESINADO
Recibían el nombre de villanos los hombres libres de las villas dedicados a la agricultura (también llamados colonos ingenuos) y gracias a eso podían cambiar de lugar, contraer matrimonio, transmitir sus bienes. Sin embargo, estaban obligados al servicio militar y a pagarle al señor impuestos en dinero o en especie por el uso de la tierra. Entre éstos sigue habiendo diferencias, según se sea labrador que dispone de una yunta de bueyes o mero peón. En algún caso singular, campesinos libres llegan a poseer grandes extensiones que les permitirán más tarde llegar a la condición de terratenientes y, de ahí, a nobles, pero serán situaciones excepcionales.
LOS SIERVOS
La minoría de la masa campesina eran los siervos, esta clase, más bien condición social fue introducida por los germanos en el Imperio Romano, debido al foedus y a las invasiones, eran hombres libres, más bien semilibres, que estaba ligados a la gleba y sometidos al señor de esa tierra.
Su situación es de dependencia frente a un señor que no han elegido y que tiene sobre ellos el poder de distribuir la tierra, administrar justicia, determinar los tributos, exigirles obligaciones militares de custodia y protección del castillo y los bienes del señor y apropiarse como renta feudal de una parte sustancial del excedente, en trabajo, en especie (porcentajes de la cosecha) o dinero.
LA BURGUESÍA
Era libre, porque los señoríos no abarcaban su control e igualitaria. El término burguesía (del francés bourgeoisie) se utiliza en la economía política y también ampliamente en la filosofía política, la sociología y la historia para designar a la clase media acomodada, aunque su uso inicial y específico en las ciencias sociales o en el ideoléxico (especialmente, en la fraseología marxista) tiene diversas variantes y matices.
Fuentes: Wikipedia, Afm Elierf
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